Nuestra filosofía nace de una premisa sencilla: el cine es una conversación, y un deseo.
Una conversación entre quien mira y quien es mirado, entre el silencio y el movimiento, entre la técnica y la emoción, entre lo que se quiere contar y lo que termina contándose.
El deseo de contar, el deseo de quien quiere ver, sentir y oir. Desear desde el punto de vista artístico, es querer y necesitar exponer una historia y que el mundo desee verla.
Por eso en la ECPV no enseñamos solo a manejar una cámara o diseñar un personaje; enseñamos a pensar.
A pensar en imágenes.
A pensar en ritmos.
A pensar en lo que significa crear y compartir una historia.
Nuestra filosofía se sostiene sobre tres pilares fundamentales:
1. Comunidad
Creemos que el aprendizaje real ocurre en la relación: entre estudiantes, entre departamentos, entre generaciones.
No somos una escuela masificada; somos una comunidad creativa donde el acompañamiento es cercano y el diálogo constante.
2. Práctica
Rodar es equivocarse. Equivocarse es descubrir.
En la ECPV se aprende haciendo cine, enfrentando decisiones, gestionando rodajes, entendiendo el tiempo real de una producción.
3. Mirada
La técnica se aprende. La sensibilidad se despierta.
Queremos que cada estudiante encuentre su voz, su estética, su manera de observar el mundo.
No buscamos uniformidad: buscamos autenticidad.
Nuestra filosofía es la base de todo lo que hacemos: formar cineastas que creen, que cuestionan y que crean comunidad.
Esta forma de enseñanza y filosofía ha llevado a la ECPV a tener entre su alumnado a personas de más una docena de países.
Convirtiendo a la ECPV en un punto de encuentro para creadores y artistas de todo el mundo.
Todo esto ayuda a continuar mejorando y afianzando a la ECPV en la creencia de que todos/as tenemos una historia que contar y que cada historia ofrece un sinfín de posibilidades.